El vacío y el infinito
Se me ocurrió que en esta época de tecnología avanzada, la ciencia como la
fantasía han perdidos sus limitaciones y juntas nos pueden llevar a viajes
increíbles.
Acompañadme
en este viaje por el cosmos, empezaremos por el microcosmos y continuaremos por
el macrocosmos. Para nuestra primera
aventura utilizaremos un microscopio electrónico de la máxima potencia, el cual
con oportunas mejorías aportadas por nuestra fantasía, nos llevara a viajar en
las fronteras de las partículas sub atómicas.
¿Listos
para el despegue? Recuéstese los más cómodamente posible, cierren sus ojos y
dejen que su mente visualice nuestro fantástico viaje.
Coloquen
una de sus manos bajo el lente del microscopio y demos inicio a la observación;
lo primero que veremos será nuestra piel, alguna vellosidad y unos puntos que
son los poros de la epidermis. Ampliamos la aproximación del lente, ahora el
paisaje cambia, esos pequeños poros, que habíamos vistos, crecen se convierten
en cráteres. Viajamos a través de ellos
comenzamos a ver otros tejidos, unas células aparecen en nuestro visor, pero
continuamos sin parar e incrementamos mucho más la aproximación, el espacio se
abre frente a nosotros, estamos suspendidos en el vacío, vemos acercarse un
grupo de moléculas, parecen constelaciones en el espacio, formadas por átomos
muy próximos entre sí ; pequeños sistemas solares, una estrella y los planetas
girando a su alrededor; esos sistemas
solares están separados entre ellos, hay un vacío que los une, es el mismo que
nos une a nosotros con ellos. Es fantástico, estamos suspendidos en la nada que
rodea y separa los átomos que forman la materia de la que estamos hechos.
Continuamos
avanzando en ese micro cielo: neutrones, protones, electrones ¡Miren! unos
puntos nos alcanzan y pasan como centellas a nuestro lado, diminutas partículas
que al pasar dejan una estela luminosa, energía pura. Hemos llegado a la
frontera del microcosmos, después de la energía y la luz el infinito.
Ahora, terminada la primera fase
de nuestro viaje, dejamos a un lado el microscopio extraordinario, y damos
inicio a la segunda aventura.
Nos
dirigimos al patio para subir a la
astronave que nos llevará en este paseo por el macrocosmos.
Tomamos
conciencia de que estamos en el patio de la casa, en el barrio de la ciudad en
la que vivimos. Despega la nave y a medida que se eleva vemos, como poco a poco,
va desapareciendo nuestro barrio y por la ventanilla aparece nuestra ciudad,
solo una mirada y ya la ciudad deja paso a una grandísima extensión de tierra,
con ciudades, pueblos campos, ríos, lagunas, es la región, luego vemos nuestro país. Pasamos a través de
un cumulo de nubes y observamos la Tierra, nuestro planeta alejándose en el
espacio, con su luna moviéndose lentamente a su alrededor, acompañándola en la
órbita alrededor del sol: ahora ella se confunde con los demás planetas del
sistema solar. Estamos suspendidos flotando en la nada, errando en el vacío, ya
no distinguimos el arriba del abajo, simplemente vamos hacia el infinito,
dejamos el sistema solar: encontramos un sinfín de galaxias, meteoritos,
cometas; vemos nacer una nueva estrella
y apagarse otra, un hueco negro…Estamos rodeados de espacio, el vacio rodea y
penetra todo lo que existe, por más que vaguemos nunca llegaremos al final del
camino, el firmamento es infinito. Regresamos hacia nuestra tierra, nuestra
casa, pero la nada nunca nos ha dejado. Nuestro viaje está por terminar.
Recuerdo
algo que leí de Lao Tze, el escribió hace algunos miles de años: - “¿De qué sirve una jarra, sin el vacío que nos
permite llevar el agua? Los radios convergen al centro de la rueda pero es el
vacío lo que la define y permite que ruede.”
Vimos como
cada cosa se movía, en el espacio, con un orden bien definido, diría un plan
preestablecido, por una inteligencia infinita, siguiendo las leyes que
gobiernan los Cosmos.
Todo está
estrechamente relacionado, desde la más pequeña partícula de la materia hasta
la más grande de las galaxias; lo único que une todo este fantástico universo es
el ¨ Vacio.¨ El permite que todo mantenga la distancia debida, controla los movimientos;
creando una maquina tan compleja como el universo para qué funcione a la
perfección durante la eternidad.
Arnaldo Mattogno.