El sonido del silencio
– ¡Libre a popa! Leva el
ancla… zarpamos.
– ¡Libre a proa! Ancla subida…
Con motor al mínimo vamos saliendo de la marina hacia
el
mar abierto. Es una mañana ideal para que
el “Lady
Cara” nos lleve a navegar bajo el
cielo turquesa claro, transparente; el viento pasea algunos copos de algodón,
mientras pequeñas olas lamen
nuestro
casco
acariciándolo
con suavidad. Mauro,
mi
nieto,
que
por
segunda vez me acompaña en mi vagabundear de fin de semana, es un
buen grumete, aprende y ayuda como todo un marinero. Al
fin dejamos por babor
el rompeolas
del puerto
y
entramos
a mar abierto, ya podemos levantar velas.
– ¡Mauro toma el timón! mientras subo la mayor,
mantén el barco proa al viento.
– ¡Si
señor!
–Mayor arriba ¿sabes subir el Génova? (vela de proa
muy
grande)
–Si
abuelo,
vi como tú lo hacías.
–Deme el timón,
ponte el arnés de seguridad y corre a proa para izar el foque, mantente firme, no te
caigas…
–Vela arriba y firme,
capitán.
–Ven, siéntate
a mi
lado, cerca
del timón, ya apagué el
motor, solo nos impulsa el viento; desde este momento estamos en
plena comunión con
los elementos, somos parte de ellos.
Los alisios inflan las velas del Lady
Cara que vuela sobre
el
agua con la gracia de una gaviota. Nuestra proa
corta
el
mar como afilado cuchillo,
espuma blanca
dibuja nuestra ruta silenciosa.
–Sin hablar escucha el
silencio, siente la voz del mar y del viento ¿Te gusta?
–Si abuelo, se percibe una gran paz y
tranquilidad un gran
sentido de libertad.
–Esto que estás escuchando es, el ruido del silencio, los taoístas lo llaman “el ruido de una sola
mano que aplaude”. Veamos si eres capaz de
describirme
el ruido
que escuchas.
–Oigo: las
drizas
que golpean el mástil con
su tan, el silbido del viento que
roza las velas, el sonido de la proa
cortando el agua, las gotas que salpican la cubierta…
– ¿Que más
escuchas?
Hay mucho
más, esfuérzate un poco,
que tus ojos te ayuden…
–¡Es verdad
abuelo!
Escucho
las gaviotas
volar sobre nuestras cabezas; ahí adelante la zambullida
de dos delfines saltando sobre la estela.
–Muy bien ya estás escuchando el concierto que la
naturaleza y
sus músicos tocan para los navegantes, el
más
hermoso de
los conciertos si eres capaz de escucharlo.
Si logras oír el sonido del silencio, lo podrás hacer en cualquier momento y en cualquier situación, no
habrá dificultad
que
no podrás vencer.
–¿Cómo puede
el
silencio ayudarme a superar
los problemas y las dificultades?
–Oyendo
el silencio, aprenderás a
escuchar tu voz interior, entenderás
la naturaleza y todas sus leyes.
–Abuelo, el
sonido del mar es bellísimo.
–Observa el horizonte ¿qué ves?
–Unas enormes nubes negras que se mueven lentamente hacia nosotros.
–Son nubes de tormenta, están cargadas de agua y llevan fuertes
vientos.
– ¿Qué vamos
a hacer?
–Vamos a
prepararnos para recibirlas, es solo
un chubasco tropical. Lo primero es reducir
velas. Luego
bajas
y guardas todos los objetos
sueltos, al
subir
te
pones un chaleco
salvavidas y me traes
uno a
mí.
El
cielo
se oscureció; nubes grises, gruesas, pesadas, llenas de agua y furia taparon
el sol. El viento nos golpeó con
toda su fuerza, mientras del mar se elevaban crestas
de espuma blanca
y gris, un rugido terrible
sonaba a nuestro alrededor. Lady
Cara se inclinó a babor y
comenzó su lucha contra los elementos
embravecidos.
–Mauro haz firme
tu arnés de
seguridad, sostente con
fuerza,
no temas…
–Tranquilo abuelo estoy
bien amarrado y
no tengo miedo.
Una ola gigante rompió por proa atravesando toda la
cubierta, Delfín saco su proa del agua, sacudiéndose y resoplando…
la nube inclemente soltó
sobre nosotros toda
la lluvia que podía soltar…
–¡Grumete!
Suelta
un poco la escota
del
foque… bien, hazla firme…
–Casi no veo nada, el agua no me
deja ver.
–Resiste unos minutos
más y
estaremos fuera, mira
el cielo, ves, las nubes ya nos están dejando, se ve el sol
detrás de ellas, el viento está amainando. Si procuras
escuchar los sonidos de la naturaleza, te darás cuenta
que el mar golpea con menos fuerza y el viento ya no ruge con
furia.
El sol, tímidamente, fue
saliendo de su escondite, y en el cielo se dibujó un arco iris anunciando el fin de la
tormenta.
– ¿Viste que bien se portó el barco en
el chubasco?
–Si abuelo,
la verdad nunca tuve miedo, sentí
que el
velero
luchaba y navegaba con plena seguridad.
–Recuerda esta aventura y aprende de ella; si estás bien preparado y
usas prudencia y
coraje, podrás salir bien de
cualquier tormenta, en
tu vida futura.
–¡Capitán! ¿Hacia dónde vamos
a llegar en
este viaje?
–Cuando salgo a pasear en el mar no tengo un lugar fijo de
llegada. “Lo importante no es llegar, es el disfrutar del viaje” Es como el viaje
a lo largo de
nuestra vida, no
importa cuándo y
cómo llegar, lo que importa es andar
bien y disfrutar de cada momento en la travesía. El día que lleguemos todo habrá terminado. Tenemos que
aprovechar el viaje, usar bien nuestro tiempo de
manera
que al final estemos satisfechos y felices
de nuestra navegación.
–Abuelo ¿cómo sabes tantas
cosas
de la vida?
–Mi abuelo me
enseñó a escuchar
el
sonido del silencio
como yo te lo estoy enseñando a ti y tú lo enseñaras a tu nieto…
esto es el verdadero sentido
de la vida.
Del libro ¨Mi Amigo Socrates¨
Arnaldo Mattogno